domingo, 23 de agosto de 2009

Acabo de volver de comprar el periódico y el tabaco, como cada domingo, y me sorprende la cantidad de suciedad acumulada en las calles. No se trata de las tan denostadas cacas de perro, cada dos pasos te encuentras una vomitona, de los marchosos nocturnos, supongo. Como nunca se limpian las calles, ni las aceras, los olores nos castigan inmisericordes, y uno no puede dejar de mirar las aceras, para evitar pisar los deshechos orgánicos dejados aquí y allá.
Parece que sale más rentable cambiar las aceras cada pocos años, que limpiarlas y la roña se enseñorea de las mismas. Con las primeras lluvias, se convierten en auténticas pistas de patinaje, por lo que debes caminar aferrándote a la camisa para no caer.
Se ve que los gestores de la cosa pública no ven rentable la limpieza vial, eso sí, cada vez son más los eventos lúdico-festivos que organizan con gran derroche de los dineros recaudados por medio de los, cada vez más elevados, impuestos.
Recientemente se ha publicado la cantidad que se han gastado en Madrid, organizando actividades, en un alarde de derroche, ascendiendo a 3 millones de euros (casi quinientos millones de las antiguas pesetas). Eso sí, luego no hay dinero para educación, pensiones, etc...